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Trás los años de ostracismo y penalidades, el dulce vino de la victoria. Pero en la maratón del rock no hay metas volantes; trás la gira de 1984, urge pensar en el nuevo disco y esta vez no hay una reserva de canciones acumuladas. Para complicar la situación, en Jaen les han robado las cazadoras, donde llevaban los borradores de muchos temas nuevos. Se impone una solución drástica: retiro enun chalet de El Escorial, con los instrumentos, una caja de ritmos, un teclado y un Tascam de 4 pistas. "La idea era recurrir al método hippy, de Pink Floyd o Traffic; alejarte de todo para concentrarte en la música". Los primeros días se dedican a la escritura, la reconstrucción de las canciones perdidas en Jaen, y otras nuevas. Luego una rutina dura : "nos levantábamos, hacíamos ejercicio, cortábamos leña para la calefacción y tocábamos hasta las 4 o las 5 de lamadrugada". Los invierno en Madrid son ásperos y la experiencia no resulta precisamente bucólica pero genera material de sobra. De vuelta en Madrid, las maquetas se concluyen en casa de Luis y el grupo se traslada a Londres.

Antes de estas peripecias, ha tenido lugar un encuentro providencial. En Valencia conocen a Dimitro Medvedev, un ruso afincado en Londres que entonces representaba al grupo Shake shake, donde brillan Jo Dworniak y Duncan Bridgeman. Party, la oficina de RF, les organiza un concierto en Madrid; hablan de producción, terreno en el que los británicos empiezan a tener cierta experiencia y pactan grabar con ellos. "Pensamos que sería bueno con ayuda exterior, nos habíamos aislado demasiado en el anterior disco".

En Londres, el pasmo de comprobar cómo podía sonar una batería, el deleite de trabajar con técnicos habituados a grabar rock.. Y nuevos retos : "Las sesiones fueron tensas por el estilo personal de Duncan, que coproducía con Dworniak. Era estar todo el tiempo jugando al poker : "si tienes una idea, descúbrela; caso de que no pudieras aportar una solución, Duncanimponía la suya, que era generalmente de lo más convencional. Jo era un especimen mucho más complejo y descubrimos que, culturalmente, sintonizaba con nosotros".

un mes largo de pulsos y discusiones, una situación no aliviada por la hostilidad ambiental : "nos acusaron de un robo que había ocurrido en el estudio, fuimos expulsados de un pub por ser extranjeros. No había forma de conectar con los ingleses, aparte de algunos negros que nos abordaron y volvimos con complejo de raza inferior".

Asombro en la compañía ante el disco, habían oido las maquetas y esperaban algo más lírico. Asombro general ante la crudeza de la portada, un fotomontaje de tonos violentos: Asombro ante la primera viñeta de la España profunda, "El tonto Simón", resultado de las vivencias del grupo fuera del ámbito urbano. Asombro ante la emergencia de estructuras tropicales en cortes como "El viento de Africa". Asombro de los críticosante la potencia sonora, la acritud de los textos, la acrecentada seguridad de los 3 en sus respectivos papeles.

Para el grupo, queda el desafio de defender un disco tan elaborado sobre un escenario: hay que reversionear todos los temas, adecuarlos para el directo. Crece el público y aumenta su autoexigencia: cada día se revisa la grabación del último concierto, de forma exhaustiva, compás por compás, un ejercicio de análisis implacable, "aunque la noche anterior hubiéramos cerrado todos los antros de la ciudad".

Según recuerdan, este es "un verano loco, estábamos... demasiados psicodélicos". Y como representan esa misteriosa bestia de la movida madrileña, ejercen de embajadores volantes, explicando una y otra vez qué es lo que pasó en la capital durante la primera mitad de los 80 : "éramos muy sociables y teníamos un público muy agradecido. En las primeras filas estaban siempre los punks y los hippies más inteligentes de la zona. Aunque la verdad es que entonces no había nada más hippie que un punk; un punk es algo así como un hippie reconcentrado".