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Juan Carlos Rodríguez había estado antes en Cortejo Fúnebre y organizado Los Buenos, dos de los grandes grupos históricos de la ciudad. Juan Carlos también había metido guitarras y alguna idea en grabaciones de Surfin´Bichos. Cuando formó República Gorila hizo lo propio con otro grupo satélite por aquello de no desperdiciar ideas, Ricky Ramírez, un disparate extraordinario en escena que solo llegó a registrar en una deficiente maqueta una hiperespídica versión del Stayin´Alive de Travolta. Una joya. República Gorila, con todo, fueron inicialmente más comedidos pero agarrados a los profundos arraigos de Juan Carlos: viejos números de escena de Sex Pistols, dosis masivas del mejor Paul Weller de Jam o Style Council, el viejo dietario Beatle, Who, Kinks, la sodomización de la cultura telefilmera por series y hasta el show cáustico de unos rompedores entonces Red Hot Chilli Peppers. Todo esto Juan Carlos Rodríguez lo metió en su minipimer particular, buscó dos músicos expertos que le sirvieran de soporte, Eduardo Fernández, bajista de Atlanta, Gris Viena, Arde París y la batería del golpeador mas solicitado de la historia del pop albaceteño, Antonio Atienzar. Pronto les cambió por razones de entendederas. Les sustituyó por Zanga, otro formidable batería que venía del heavy y por otro músico de la villa al que apodó Rorscharch. Posteriormente Javi Fernández (Chucho) también aportó lo que faltaba para guindar el pastel. Eugenio Muñoz, produjo las grabaciones y Angel Muñoz El Reverendo metió teclados y metales y nació Planeta Ruido, otro disco interesantísimo que dejo escapar la industria. Afortunadamente, la empresa no quedó en saco roto porque unos meses mas tarde llegaría la esperada fusión con Fernando Alfaro y, por tanto, el inicio de Chucho.